Nuestro
planeta parece ser una esfera azul cuando se ve desde el espacio, con el 71% de su superficie
compuesta de océanos. A pesar de esta
generalidad, sabemos más sobre el espacio que sobre los océanos que nos rodean.
De hecho, más de 300 personas han viajado al espacio, y 12 personas han
caminado en la luna, pero solo 3 se han aventurado en las partes más profundas
del océano en una sola inmersión, señala Dawn Wright, científica de Esri.
“El fondo oceánico contiene 300 millones
de años de historia de la Tierra, señala Wright, pero solo el 9% se ha mapeado completamente al mismo nivel de detalle
que la superficie de la Tierra, dejando muchas incógnitas sobre nuestro planeta
azul. Este gran punto ciego en el conocimiento humano es desconcertante,
considerando que el océano sostiene la vida misma”.
Lo que está en juego
“Los
océanos nos alimentan, regulan la temperatura y afectan nuestro clima.
Obtenemos un poco más de la mitad del oxígeno que respiramos gracias a los
océanos", afirma Wright. Este oxígeno se produce en gran parte por la
fotosíntesis de billones de fitoplancton, o pequeñas plantas en el océano, así
como por la mezcla de agua de mar con la atmósfera que se encuentra justo en la
superficie del océano.
La
disminución de la vida silvestre del océano, la contaminación a escala
industrial y otras actividades humanas, están causando lo que la Dr. Wright
denomina "interrupciones sin
precedentes" en el ciclo de nutrientes del fitoplancton y los
ecosistemas que han estado en desarrollo durante cientos de millones de años.
El
resultado es una disminución acelerada de los niveles de oxígeno en el océano
que afecta el clima, y el ciclo de carbono de la tierra, y naturalmente,
también la vida en la tierra.
Mientras estos efectos no son visibles de
inmediato, tenga en cuenta cómo el océano ha contribuido a nuestro mundo
moderno. Más del 90% de todo el comercio atraviesa los mares, lo que permite a
las empresas y a los consumidores acceder a los mercados mundiales de bienes y
productos. Internet se hace posible a través de una extensa red de cables
submarinos que cubren el mundo y constituyen la base de nuestra economía
digital.
Dependemos del océano no solo por el aire que
respiramos y los alimentos que consumimos, sino también por sus corrientes, que
regulan el clima de la tierra para
hacer que los lugares en los que vivimos sean habitables. Esto acentúa la
importancia de monitorear la salud de los océanos y comprender el impacto de la
actividad humana en nuestro medio ambiente.
Presión ambiental por la temperatura de la
superficie del mar y los plásticos marinos
Al
observar estos dos conjuntos de datos de presión ambiental juntos, surge un
patrón visual en el que las áreas de mayor temperatura también parecen estar
correlacionadas con una mayor concentración de plásticos marinos.
Explorando el mapa del impacto humano
El mapa de estrés ambiental es un ejemplo de
uno de esos esfuerzos. Se basa en datos del Índice de Salud Oceánica (OHI), una
evaluación exhaustiva de los océanos del mundo como resultado de un esfuerzo de
colaboración liderado por Conservation International, una organización
ambiental sin fines de lucro con sede en los EE. UU. y el Centro Nacional para
el Análisis y Síntesis Ecológicos, un centro de investigación en la universidad
de California. El mapa muestra dónde los efectos de dos actividades humanas: la contaminación plástica y el cambio
climático causado por el hombre, como se refleja en las anomalías de la
temperatura de la superficie del mar, ejercen la mayor presión sobre el océano.
Si bien no hay correlación entre estos dos indicadores, las altas concentraciones
de estrés ambiental apuntan a lugares críticos.
Por ejemplo, los lugares con altas
temperaturas en la superficie del mar son áreas que pueden alimentar las
tormentas y la actividad de huracanes y pueden sugerir dónde el agua está
demasiado caliente para que sobrevivan los peces o los arrecifes de coral. Las
altas temperaturas de la superficie del mar también se correlacionan con el
aumento del nivel del mar, lo que indica áreas que son más vulnerables a las
tormentas, los peligrosos tsunamis, el desplazamiento de la población, la
degradación de las tierras agrícolas y el daño a las ciudades e
infraestructuras.
El estrés ambiental causado por la contaminación del plástico apunta a condiciones
indeseables para la vida marina y la calidad del agua. "La contaminación plástica es otro
problema muy urgente", afirma Wright. Según el Foro Económico Mundial y la Fundación
Ellen MacArthur, cada año ingresan 8 millones de toneladas métricas de plástico en el
océano, y para 2050 puede haber más plástico que peces en el océano.
La
doctora Wright señala que los micro plásticos pueden ser ingeridos por peces y
mariscos comercialmente importantes, que luego ingresan a nuestra cadena
alimenticia y finalmente a nuestros cuerpos. El mapa refleja estos riesgos para
la salud humana, así como para las economías globales, particularmente cuando
se observan áreas en el Mar de China Meridional y alrededor de Japón, donde los
productos pesqueros y el turismo son industrias críticas.
Para ver el artículo complete visite: https://connectingthedots.economist.com/big-data/#ocean-health
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