80% de los colombianos ya entraron a la era digital
Cuatro de cada cinco colombianos –uno
más que hace cuatro años– ya entraron en la era digital. Sin embargo, la mitad
de la población se limita a los usos básicos de la red y desaprovecha su
potencial productivo.
El estudio Apropiación Digital, llevado
a cabo por el Centro Nacional de Consultoría (CNC) desde 2016, ha llegado a su
tercera ola. La edición 2020 –presentada hoy con el acompañamiento de un panel
de expertos del gobierno, la academia, la banca y la industria– revela que el
número de ciudadanos ajenos a internet en el país continuó su tendencia a la
baja: pasó de 42% a 20% entre 2016 y 2020.
Ahora, el 47% de los colombianos –casi
la mitad– se concentran en el nivel básico del uso de internet –el del
entretenimiento, los chats y los correos electrónicos–, lo que representa un
avance significativo si se tiene en cuenta que hace cuatro años en este nivel
solo estaba el 32% de la población.
No obstante, el crecimiento del número
de ciudadanos en los siguientes niveles de la ruta digital no ha sido tan
rápido. El 27% están en nivel intermedio, lo que significa que usan internet,
además, para educarse y participar (en 2016 constituían el 22% de la
población); y el 6% están en el nivel avanzado, que corresponde al de las
personas que hacen transacciones en la red (en 2016 eran el 3%).
Carlos Esteban Lemoine, líder de los
estudios de Apropiación y Transformación Digital del CNC, encuentra una
analogía: “En la alimentación pasamos de la desnutrición a la obesidad sin
pasar por la nutrición saludable. Algo similar está pasando en el mundo
digital: nos estamos engolosinando con el entretenimiento. Eso no está mal. El
problema es que no se aproveche, además, para darle un uso productivo”.
La tercera ola
Apropiación Digital es un estudio
nacional que mide la evolución del uso de internet en Colombia. La primera
versión fue presentada en 2016 y la segunda, en 2018. La edición 2020 –la
tercera– recoge la información obtenida de entrevistas realizadas a 3.400
personas en 47 municipios.
El índice de apropiación digital es una
medida establecida por el propio CNC que se calcula a partir de la evaluación
de dos dimensiones: los usos que hacen las personas de internet (46
posibilidades) y las intenciones con que lo usan (13 posibilidades).
Los usos aluden al manejo de distintas
plataformas (correo electrónico, mensajería instantánea, redes sociales,
aplicaciones bancarias, etc.), mientras que las intenciones abarcan
posibilidades que van desde el entretenimiento y la comunicación hasta la
generación de empleo y negocios.
El cruce de los valores arrojados por
cada dimensión da una cifra. Cuanto más alta, mayor apropiación digital. Así,
por ejemplo, una persona que usa internet en varias plataformas y, además,
negocia y genera empleos, tiene un alto nivel de apropiación.
Desde esta perspectiva, el estudio
revela que la cantidad de colombianos que se está apropiando de las nuevas
tecnologías es creciente: el indicador, una vez ajustado a la realidad mostrada
por el nuevo censo de población, fue de 0,20 en 2016, de 0,22 en 2018 y de 0,23
en 2020.
Ahora bien, si se hiciera el ejercicio
en Europa o Estados Unidos, el resultado estaría por encima de 0,35. Traducido
en tiempo, eso significa que a Colombia le hacen falta 20 años para alcanzar
aquel nivel (incluso faltarían 35 para alcanzar a un país como Holanda, que
tiene un índice de 0,4). Del mismo modo, Chile y Argentina tendrían índices de
0,31 y de 0,30, respectivamente, y en este caso el rezago de Colombia es de 10
años.
Desigualdades de la red
A fin de analizar las desigualdades
dentro del país, otro aspecto evaluado por Apropiación Digital 2020 fueron las
brechas digitales. Un fenómeno estudiado fue el Matthew effect (efecto Mateo),
que evoca el versículo bíblico según el cual quien tiene más tendrá más, y
quien tiene menos tiene menos. En otras palabras, hace referencia a la
importancia de la dotación inicial de los usuarios para tener mayor capacidad
de desarrollarse en internet.
En este caso, se observa que las
personas bilingües o hijas de padres con educación superior alcanzan más
rápidamente los niveles superiores de la ruta digital. Lo mismo ocurre en los
países: aquellos que tienen mayor PIB cuentan con ciudadanos digitales más
sofisticados.
“La confirmación del Matthew effect en
este estudio nos muestra una posibilidad de intervención para aumentar la
apropiación digital en Colombia”, asegura Fabricio Alarcón, vicepresidente de
Marca y Medios del CNC, que estuvo a cargo de la conducción del estudio.
Otro de los indicadores para la
medición de brechas fue el “Gini digital”, una adaptación del coeficiente Gini
tradicionalmente usado para medir las desigualdades en materia de ingresos.
Los resultados permiten observar que el
Gini digital ha tenido una reducción significativa en los últimos cuatro años:
pasó de 0,66 a 0,53. En otros términos, un 6% de la población está en capacidad
de expresar todas las intenciones y usos de la tecnología, mientras que el 20%
sigue excluido.
De acuerdo con Alarcón, “somos más
desiguales en lo digital que en la riqueza”. Aun así, es un hecho que las
brechas digitales no solo se están cerrando, sino que lo están haciendo de una
manera más rápida que las brechas económicas.
Frontera digital
Finalmente, el estudio se adentró en el
análisis de la frontera digital, expresión que hace referencia al punto en el
que una actividad deja de hacerse de manera tradicional y comienza a hacerse
por medios electrónicos.
Apropiación Digital 2020 revela que
esta frontera se sigue desplazando. La compra por medios electrónicos, por
ejemplo, aumentó de 20% a 32% entre 2016 y 2020, y el uso de aplicaciones en
cuentas de ahorro se incrementó de 21% a 39%.
Sin embargo, los expertos llamaron la
atención sobre el hecho de que un 67% de la población no está dejando una
huella digital lo suficientemente clara, y eso repercute en la ausencia de
estrategias hechas a su medida. Como lo expresa Lemoine, “se va perdiendo
empatía a medida que los niveles de apropiación digital son más bajos”.
Según el experto, las empresas deben
apresurarse para relacionarse tanto con los clientes tradicionales como con los
clientes digitales, pues, en términos generales, “la tecnología elevó las
expectativas de servicio”.
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