Malú: sabor que hace bien
Abrir un restaurante cuyo menú se
sustente en la premisa de ofrecer productos sostenibles, innovadores,
deliciosos y amigables con el medio ambiente, a precios asequibles parece la
utopía de un chef
recién egresado, pero es un proyecto real. Se
llama ‘Malú’ y es un everyday food, pensado desde sus inicios para convertirse en
cadena, cuya primera sede se encuentra ubicada en el corazón de Chicó. Lo esencial de Malú
es su apuesta por una carta en la que el sabor está equiparado con el
bienestar.
Cuidar del
otro
Malú nació hace un año y desde entonces ha
buscado responder al voto de confianza de sus visitantes y comensales a través de platos de alta manufactura, preparados
con ingredientes amigables en lo posible con
el medio ambiente, libres de frituras y procurando que no tengan conservantes.
La misión de brindar una comida que deleita
al comensal, pero que también lo cuida, ha llevado al
restaurante a establecer una serie de prácticas como por ejemplo, renunciar a
las frituras en los platos y partir siempre de la cocción a través del uso de horno o producir sus propios
ingredientes como en el caso de la crema de avellanas, que se fabrican allí, sin la presencia de grasas trans.
Además, a lo largo de su gestión, Malú ha
desarrollado una sólida relación con proveedores en pro de ofrecer ingredientes
de calidad y sostenibilidad certificada. Es por esto que su carta ofrece platos
artesanalmente preparados con insumos como la miel sedosa y provista con notas frutales,
que se produce en Boyacá o el té proveniente
del Valle del Cauca.
Otros ejemplos saltan a la vista. El cerdo
que se prepara en Malú proviene de Labranto, un emprendimiento de animales
criados en condiciones que procuran su bienestar, alimentados con una dieta
100% vegetariana. El tocino sin conservantes se hornea y ahúma con madera antes
de ser servido. El pollo es criado al pastoreo y su sostenibilidad es
certificada. El queso de búfala proviene de Planeta Rica, una empresa ubicada
en Córdoba en la que se producen quesos artesanales, frescos y cremosos, sin
aditivos ni químicos. Los huevos provienen de gallinas criadas con libre
pastoreo y la lechuga es orgánica.
“Hacer esta
apuesta y ofrecerla al público a un precio asequible es sin duda un compromiso
que va más allá de lo
empresarial y trasciende al compromiso humano de brindar una comida que alegre
al paladar, pero también que
implique bienestar para quien la consume”, agrega Marialuisa Flores,
co-fundadora del
proyecto.
Platos que conectan latitudes
Una de las más importantes ofertas que ha
desarrollado Malú desde su apertura es la que utiliza la cocina como
herramienta para conectar platos e ingredientes de distintas latitudes. Tal es
el caso de los Gofres de pan de yuca o las Arepas que mezclan una preparación antioqueña con la tendencia venezolana a aderezarla
con toppings típicos. La
sopa de lentejas pardinas, de ascendencia mediterránea, se sirve en el lugar
con aceite de coco, jengibre y zanahoria, y se acompaña con arroz y aguacate. El
Gulash de la carta tiene tanto de venezolano como de húngaro y el crumble de frutos rojos es un homenaje a la cocina
alemana.
Detrás de la magia de Malú.
Aunque se trata de un restaurante con
personalidad propia, Malú cuenta con un equipo de operadores, talentos e
inversionistas que han trabajo detrás de la marca y se han sumado a la visión
de crear una oferta gastronómica que hermana una experiencia sin igual de sabor
y un respaldo de sostenibilidad social.
Las cabezas detrás de este proyecto son Marialuisa Flores y Felipe Baptiste (conocido por su
experiencia en El Corral y en el grupo IGA), quienes concibieron el negocio
desde su visión hasta sus acabados. Marialuisa legó también algo de su personalidad comprometida con el
bienestar de la gente en la marca que asumió el nombre de la actriz.
Otros inversionistas de la talla de Juan
Pablo Montoya, Rafael Cepeda (proveniente de Paneroli) y Rodrigo Baptiste hacen
parte del equipo fundacional de Malú.
“Pero
además, Malú cuenta con un staff sólido de más de 20 personas
comprometidas, que trabajan en las recetas, la administración y el servicio.
Muchos de ellos han estado desde la creación de
Malú y nos han ayudado a darle forma
a este proyecto que pronto se expandira a un segundo punto”. afirma Marialuisa.
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