El detrás de cámaras del entretenimiento aceleró sus transformaciones con la pandemia
Alejandro Ríos Campiño
Director de la facultad de
Diseño, Comunicación y Bellas Artes de Areandina
En la actualidad, el ser humano
atraviesa la primera gran pandemia de la
era digital. Si se tiene en cuenta que, según lo informan
los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) encabezados por
Adhanom Ghebreyesus, el virus estará presente por lo menos tres años, tenemos
que pensar profundamente cuáles son los cambios que vendrán a futuro para la industria del entretenimiento
y el orden mundial mediático.
Una de las tendencias más evidentes, que ya venía tomando fuerza antes
de la llegada de COVID-19, es el cambio de un ecosistema mediático
unidireccional, como lo describía el teórico de la comunicación Marshall McLuhan
en los ochenta, hacia un mundo en el que las audiencias cada vez tienen más voz
e influencia a la hora de determinar qué tipo de contenido prefieren.
Aunque los medios han recurrido a desempolvar, reencauchar o,
simplemente, sacar de sus archivadores producciones exitosas de antaño agotando
sus existencias en ‘stock’, los públicos están buscando
caminos alternativos para huir y escapar de la generalización de los medios
tradicionales. Después de todo, esperan, cada vez, más ideas, formatos e
historias actuales y novedosas propuestas por productores y realizadores que se
preocupen por lo que ellos quieren, sus gustos, preferencias y haciendo énfasis
en los contenidos. La teoría del especialista en tendencias de los
consumidores, Martin Lindstrom, nunca fue más cierta. Vivimos en un momento en
el que las personas interactúan en sus redes de manera constante generando una
nueva visión de la opinión pública segmentada que luego pasa a ser visible en
el ‘Gran océano’ del ecosistema de información.
No en vano, actualmente se habla de la era ‘post broadcasting’, en donde la ‘microsegmentación’ de los medios,
gracias a las redes sociales y al internet, permite desarrollar un contenido de
gran calidad, aterrizado a la realidad y con una identificación de públicos muy
específica y personalizada. Incluso, hay casos en los que la audiencia llega a
influir en el orden de los eventos de las historias que ven desde casa y ayudan
a coescribir el desarrollo de la narración con el libretista
Ya nadie necesita
los finales predefinidos. “El final lo pones tú, hoy en día, cuando decides
dejar de ver una serie, o cuando te consultan por internet qué quieres que
pase. Se acabaron las novelas que cobraban sentido al final, como Madame Bovary o Moby Dick”, dice el pensador y novelista
italiano, Alessandro Baricco. De hecho, ya hay ejemplos de historias que
no necesitan un final, solo mucha creatividad y un contenido cautivante como el
caso del seriado distópico Black Mirror o Dark.
Por eso, cada vez es más
frecuente que los públicos se dediquen a ver seriados, obras de teatro, magazines, musicales, documentales y
conciertos de gran calidad que no gozan de altas inversiones tecnológicas o de
un amplio recurso humano para su realización, pero sí tienen muy en cuenta el
gusto de las personas.
Tal es el caso de “Pandémicas”,
una producción colombiana desarrollada en confinamiento por Cristina Campuzano,
Mónica Pardo y Roberto Cano; “Greta”, desarrollada por la actriz colombiana Ana
María Sánchez Betancur; Diarios de Cuarentena, seriado de la cadena TVE
desarrollado por los actores desde sus casas y con dispositivos móviles; Teatro
en Casa Conductas de Cuarentena; “La Ranga” que aunque es anterior al
confinamiento, Margarita Rosa de Francisco recurre a la facilidad brindada por
los dispositivos móviles y al internet para proyectar su talento; One World
Together At Home, donde participaron artistas de todo el mundo recogiendo
fondos que apoyen la investigación para la vacuna del COVID-19 al mejor estilo
del “Live Aid”, entre muchos otros.
Con las limitaciones que implica
la crisis sanitaria mundial, este tipo de producciones se harán cada vez más
frecuentes. Ya que para los realizadores audiovisuales, hacer producciones
ahora y en adelante como las que se rodaban antes será muy difícil. El
cumplimiento de los protocolos de seguridad, tal y como lo plantean los
estudios británicos de Pinewood o los estadounidenses como Hollywood, hacen que las producciones tengan
altas restricciones y altas inversiones en cuidado. A nivel logístico y de
producción, al igual que sucedía antes de la llegada del virus, veremos un
incremento en el uso de los celulares y de los los diversos dispositivos
móviles. Ya no serán algo que solo dominen los magazines de las mañanas, los instagramers y los youtubers.
Decir en nuestro contexto que
tendremos una migración total a estos formatos menos tradicionales es tan
atrevido, como aquel que expresó que la radio desaparecería con la llegada de
la televisión. Tan solo estamos siendo testigos de una transformación en la
cual habrá espacio para todos y cada uno de los gustos que soliciten los
públicos.
Sin embargo, como bien lo expresa el psicólogo social, Daniel
Scheinshon, solo saldrán de esta tormenta de cambios aquellos que sepan
gestionar a través del diálogo, los diferentes y diversos conflictos que se
darán en el día a día y que sepan leer y entender lo que claman las audiencias.
Información e imágenes: Prensa AREANDINA
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